El loco

No quiero perturbar a nadie, solo matar a quien alteró el estallido del silencio. La muerte no significa nada para el que intencional o no, nos hace daño. Así que lo vi alcanzar la esquina de la avenida Jiménez, venía tranquilo, se detuvo en el ala derecha de la tienda de los sustos, miró para todos los lados y continúo imperturbable. Yo me había entrenado en el disparo a larga distancia en el ejército. Apunté y disparé. Una manada de palomas estacionadas en la torre de la iglesia movió asustada sus alas y se perdió en la lejanía.  

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