El insecto Gregorio Samsa

El temible insecto despertó convertido otra vez en Gregorio Samsa, quien observó descolorido el cielo del techo del cuarto, vio la cama en pleno desorden de siglos, asomó los ojos por la ventana y visualizó una ciudad gris, tan ridícula que se asustó, porque tuvo la extraña impresión que estaba en otro mundo cuando vio niños desaliñados descuajando la basura, ancianos descalzos recorriendo la calle, mujeres semi desnudas vendiendo el vientre, locos apiñados en la esquina del silencio y mirando directamente al vacío. Detuvo sus ojos en sus pies y manos y quedó helado, petrificado por la normalidad. Y con la pasión de un diluviano deseo la conversión inhumana. Se sentó en la cama y respiró profundo hasta vaciar el aire que conservaban los pulmones y enseguida sintió una rara energía que venía del infierno interior de su cuerpo; volvió a respirar profundo y en completo relajamiento quedó dormido, soñando con miles de patas de insectos de los primeros tiempos de la humanidad, parásitos y ciudades oscuras y peligrosas, cuevas y lugares arbitrarios y comunes. Dentro del sueño emitió un alarido que se escuchó en los confines de la tierra. Despertó y no supo qué hacer con el nuevo Gregorio Samsa que era.

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